Noves entrades

3/10/10

Nativos digitales


La llegada de las nuevas tecnologías supuso que los ciudadanos tuvieran que inmigrar a un planeta digital que muchos contemplaban como algo inhóspito. Y ayudaba una informática poco amigable. En la medida que manejarla no exige rutinas ingenieriles y que su empleo es forzoso en lo laboral y ayuda en la vida cotidiana, la cacharrería digital ha entrado en los hogares. Es más, muchos ni tan siquiera advierten que tienen tratos con la informática, un caso, cuando conducen un coche o acuden a un hospital. Cada vez se hace más invisible.

Hasta ahora Internet, por ejemplo, ha sido un espacio para las personas, pero ya se habla del Internet de las cosas, todas interconectadas y, gracias a ello, con una inteligencia superior de funcionamiento. Pero en el planeta digital hay unos habitantes que ya han nacido en él: los nativos.

El empleo de ordenadores entre la población infantil (de entre 10 y 15 años) es prácticamente universal, un 94,6%, y la mayoría de ellos trata con Internet. Y un dato saludable, no hay diferencia de sexos en el empleo de los ordenadores y si la hay, en el caso de la telefonía móvil, es a favor de las chicas.

Pero no todo está hecho. Además de mejorar los porcentajes de equipamiento por zonas y franjas de edad hay que profundizar la cultura de uso para que el ordenador sea algo más que un mueble moderno.

Más de 11,5 millones de personas de 16 a 74 años disponen de DNI o de otros certificados de firma electrónica. Pero de ellos, solo el 4,7% ha usado el DNI digital en sus relaciones con las Administraciones. Y apenas un 17,4% acude a las tiendas en línea.

Uno de los factores retardatarios para el uso frecuente y tranquilo de los ordenadores e Internet es la seguridad. Más del 72% teme ser víctima de un virus y, aunque apenas un 1,7% ha tenido problemas en este terreno, a un 62,6% le preocupa que los niños puedan acceder a páginas inapropiadas o a contactos con indeseables. Estos miedos razonables son inhibitorios y la encuesta refleja que distintos porcentajes de población se han retraído en determinados usos de la Red por este motivo.

La batalla contra la brecha digital no puede consistir solo en mejorar el equipamiento de la población y que el acceso a Internet sea más veloz y asequible económicamente. También hay que combatir los miedos y ello implica a una industria que debe ofrecer máquinas y servicios fiables y una cultura de uso que, consciente de los riesgos, no los argumente para desentenderse de algo que ya es vital para su vida diaria.